¿Habías oído hablar de casos de epilepsia en perros? Lo más probable es que no, a no ser que seas un profesional de la veterinaria o tu can haya experimentado algún episodio. Pues lo cierto es que es una patología que se da en la población canina, y conviene estar alerta a los síntomas. Lo más probable es que tu mejor amigo no la sufra, pero... ¡Más vale prevenir! Acompáñame a descubrir qué tipos hay y cómo actuar cuando sea necesario.
Epilepsia en perros: ¿con qué frecuencia se da?
Se conoce como epilepsia (en perros, humanos y otros animales) a una enfermedad compleja que afecta a la red neuronal. Cuando en esta red se da una actividad repentina fuera de lo normal, se pueden desencadenar crisis epilépticas de mayor o menor gravedad. Y si, aparte de preocuparte por tu mascota, te interesa el mundo de los cuidados animales a nivel "pro", ¿Qué te parecería matricularte en un Curso de Asistente y Auxiliar Técnico Veterinario? Podrás trabajar con los animales más adorables, perros entre ellos, y ayudarles a recuperarse de episodios de epilepsia y de cualquier otra enfermedad. ¡Piénsatelo!
La epilepsia en perros, afortunadamente, no es habitual. Si compartes tu vida con un compañero de cuatro patas, en principio no deberías tener motivos para preocuparte. Según distintos estudios realizados por equipos veterinarios expertos, esta patología solo afecta a un porcentaje de entre el 0,6 y el 0,75% de la población canina, a nivel mundial. Sin embargo, es importante conocer los tipos de epilepsia que existen y los síntomas que los caracterizan. Solo así podrás actuar de forma correcta y rápida para atajar los episodios, y salvar así a tu perro de consecuencias indeseadas. ¡Vamos con ellos!
Tipos de epilepsia en perros
Al igual que sucede en la patología que afecta a los seres humanos, en los canes esta enfermedad también se agrupa por tipos. A modo de curiosidad, la epilepsia humana fue clasificada y definida en el año 1964. Sin embargo, en el ámbito de la veterinaria no se llegó a un consenso hasta el año 2015, cuando se constituyó un comité científico (el Grupo de Trabajo Internacional sobre Epilepsia Veterinaria, IVETF) con el objetivo de unificar criterios acerca de la epilepsia canina.
Existen dos tipos de clasificaciones. Por una parte, está la que se establece según el tipo de crisis que afecte al animal. Siguiendo esta pauta, las crisis epilépticas pueden ser:
- Focales. Los signos se manifiestan por zonas del cuerpo del animal, por separado o al mismo tiempo.
- Generalizadas. Estas crisis involucran a todo el cuerpo del animal: contracción de músculos, pérdida de tono muscular, hipersalivación...
- Focales que evolucionan a generalizadas.
Por otra parte está la clasificación que se refiere de forma concreta a los tipos de epilepsia en perros. Estas categorías se establecen según la causa que desencadena las crisis, y son las siguientes:
- Epilepsia idiopática. Aunque es un término muy general, se refiere a la patología cuyo origen o causa se desconoce. A su vez, este tipo de de epilepsia se divide en tres subcategorías: genética (cuando se identifica un gen que causa la enfermedad en una raza concreta), probable genética (cuando existe una alta prevalencia de la patología en la raza) y desconocida.
- Epilepsia estructural. En estos casos sí se conoce la causa: una patología intracraneal, es decir, un problema de salud en el animal que se localiza en esa zona. Esta patología puede ser de distintos tipos, siendo las más habituales la congénita, vascular, infecciosa, inflamatoria, metabólica, por tóxicos, degenerativa, neoplásica y traumática.
Síntomas de los que debes estar pendiente
Ahora que ya conoces las causas y tipos de epilepsia en perros, es el momento de saber cómo se manifiesta esta enfermedad en los canes. ¡Seguro que quieres saber cuáles son los síntomas que deben ponerte en guardia! En primer lugar, en la epilepsia canina encontramos cuatro fases sintomáticas: podromo (fase anterior al episodio), aura (principio de la crisis), periodo ictal (convulsión) y periodo posictal (final del episodio). Los síntomas que te permitirán reconocer la patología son los siguientes:
- Muestras de nerviosismo y ansiedad en el animal
- Señales de apego y cariño repentinas, provocadas por el estado de inquietud que experimenta
- Convulsiones (pueden ser generales, en todo el cuerpo, o solo parciales)
- Defecación y micción involuntarias
- Vómitos
- Debilidad
- Muestras repentinas de sed o hambre
- Signos de desorientación
Los síntomas pueden darse en su totalidad o de forma parcial. Lógicamente, algunos son más preocupantes que otros: si tu perrete se pone cariñoso de repente, no tiene por qué deberse a un ataque epiléptico (y lo más probable es que no lo sea; es solo que te quiere mucho). Sin embargo, las convulsiones o la desorientación, por ejemplo, exigen una visita inmediata al veterinario. En estos casos, actuar rápidamente es fundamental.
Y ahora, seguro que te estás preguntando: ¿qué tengo que hacer si mi perro tiene un ataque epiléptico? De antemano te digo que no es fácil, pero lo más importante es mantener la calma. Si sufre un episodio con convulsiones, retira todo lo que rodee al animal y con lo que se pueda lastimar. No intentes sacarle la lengua ni colocarle nada dentro de la boca, y nunca le toques cuando deje de convulsionar: cualquier estímulo físico puede desencadenar un nuevo episodio. Espera a que el ataque remita y el animal se tranquilice y llévale de inmediato al veterinario.
Estas recomendaciones tienen una excepción. Cuando los ataques duran más de 5 minutos, la epilepsia en perros puede ser letal. En estos casos se considera una urgencia: tendrás que coger a tu amigo y llevarlo al veterinario lo antes posible.
Dedícales tu tiempo y tu cariño, ¡como profesional!
Que adoramos a nuestros canes, está claro. No pueden ser más cariñosos, fieles y divertidos. Pero también es cierto que, al igual que nosotros, están expuestos a sufrir enfermedades, accidentes... Si te encanta cuidar y tienes mano con los "bichos", puede ser una fantástica salida profesional para ti. ¿Te has planteado alguna vez trabajar como ATV? Es una profesión vocacional, muy demandada y que te puede incitar a seguir formándote, para terminar con una titulación como médico veterinario.
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