Dentro del reino animal, unos 2,5 millones de perros están afectados por esta enfermedad parasitaria, extendida por toda Europa. Pero no son los únicos: otras criaturas del planeta tampoco se libran. Solo a través de un diagnóstico clínico preciso, con ensayos como las pruebas de leishmaniosis, es posible evaluar la presencia de anticuerpos en su organismo. ¿A qué se pone interesante? Pues esto no es nada: si sigues leyendo, conocerás a fondo qué son y cómo se realizan estas pruebas. ¡Igual te entra el gusanillo y descubres que la investigación en salud animal es lo tuyo!
Pruebas de leishmaniosis: ¿para qué sirven?
La leishmaniosis está considerada una de las patologías transmisibles entre hombres y animales más extendidas en el mundo, al tratarse de una enfermedad zoonótica. El parásito, llamado Leishmania, también puede infectar a personas de cualquier edad. En concreto, para completar su ciclo vital este protozoo necesita un insecto (un mosquito de la arena hembra), y un mamífero, que muchas veces es ese perrete adorable que tenemos como mascota. Pero hay otras especies que no escapan de su ataque; desde mininos a roedores y un buen número de criaturas silvestres, como zorros, liebres, linces, aves, etc.
¿Por qué son tan importantes las pruebas de leishmaniosis? Es frecuente que esta enfermedad se desarrolle de forma asintomática: al parecer, sucede hasta en el 80% de los casos. Esta realidad es una barrera para el diagnóstico veraz y, por tanto, también para el control del ciclo de transmisión de la enfermedad. Cuidar de la salud de estos seres increíbles a través de la investigación es otra manera de vivir esta profesión tan vocacional: dedicarse a la inmunología, a la biología molecular… Suena bien, ¿verdad? Anímate a realizar un Máster en Laboratorio Veterinario y podrás especializarte en áreas como estas si tienes la formación previa necesaria. ¡Dale una vuelta!
¿Dónde estábamos? Ah, sí, familiarizándonos con una enfermedad que es endémica de América Central, Sudamérica y algunos países bañados por el Mar Mediterráneo. Poco a poco se ha ido extendiendo a otras regiones del planeta, sin que la geografía española se libre. Y ojo, porque según la Organización Mundial de la Salud (OMS) alrededor de 70 especies animales, incluido el hombre, pueden ser fuente de transmisión del citado parásito.
La importancia del diagnóstico parasitario
Dentro de la leishmaniosis animal, la canina es la más estudiada. Y no es casualidad: los canes de entornos urbanos son los principales reservorios de esta enfermedad, debido a ciertas peculiaridades de su especie. Como, por ejemplo, la elevada carga parasitaria de su piel. Poniéndonos en situación, cuando el mosquito hembra de la arena (el flebótomo portador del parásito) pica a un perrete o a cualquier otro animal, tal vez a un felino o a un roedor, lo infecta. Las defensas de su organismo son las encargadas de controlar esa infección; a veces pueden llegar a eliminarla, pero cuando no es así enferman.
Si bien los signos clínicos de leishmaniosis son bastante similares entre los animales (anemia, pérdida de peso, crecimiento del hígado, daños renales…), algunas especies presentan particularidades. En los gatos, solo un pequeño porcentaje desarrolla la patología gracias a que su sistema inmune controla la infección del parásito. ¡Los cat lovers no podemos estar más felices! Además, cuando aparece su cuadro clínico es distinto que el de los perros. En un 65% de los casos predominan los síntomas dermatológicos con la aparición de lesiones, como nódulos y úlceras en cabeza y cuello.
Son muchos los científicos que ven en el diagnóstico parasitario una prueba clave para confirmar la presencia de leishmaniosis animal. Y muy especialmente, cuando el paciente es un perro. No olvidemos que muchas veces no hay señales clínicas: por tanto, recurrir a métodos serológicos, técnicas moleculares y otro tipo de pruebas puede ser definitivo para descartarla.
¿Qué métodos se utilizan para diagnosticar la leishmaniosis?
Afortunadamente, las pruebas de leishmaniosis realizadas en clínicas veterinarias y laboratorios especializados en campos como la parasitología y la inmunología permiten obtener diagnósticos cien por cien fiables. Desde controles serológicos como el ensayo clínico ELISA (significa Enzyme-Linked Immunosorbent Assay) a técnicas inmunocromatográficas, detección de ADN, etc. Veamos algunas de las más utilizadas en perros y otras especies:
Test rápido para detección de anticuerpos
Se emplea para detectar leishmaniosis en perros y el resultado es inmediato. Se trata de una prueba que puede realizar un veterinario en su consulta; si el resultado es negativo, podrá administrar la vacuna al animal. En ocasiones hay falsos negativos, es decir, el perrete está infectado pero no ha producido anticuerpos. En esos casos se aconseja repetirlo 15 días después y valorar de nuevo los valores.
Citología de médula ósea y biopsia cutánea
El parásito es visualizado en un microscopio mediante una muestra obtenida de una lesión cutánea, mediante la punción de un ganglio o de tejidos afectados. Esta prueba confirma su presencia, sobre todo cuando son casos que han dado negativo o bajos positivos. Sobre todo, se hace en canes y mininos.
Inmunofluorescencia indirecta y Ensayo por Inmunoabsorción Ligado a Enzima (ELISA)
Estas pruebas cuantitativas son muy usadas y eficaces para detectar el número de anticuerpos frente a la Leishmania. Y también, para la realización de controles posteriores de los animales infectados.
Detección de ADN del parásito
Se realiza sobre muestras de piel, ganglios, bazo, médula ósea, etc. Considerada como una de las pruebas más sensibles, cuando da positivo implica que el animal está infectado, aunque esta pudiera no ser la causa de los síntomas clínicos que muestra el animal.
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