27 animales mitológicos que debes conocer
¿Sabías que en el mundo de la mitología existieron un montón de criaturas sorprendentes?
Todas ellas esconden un origen apasionante que queremos desvelarte en este completo artículo. Desde el porqué de sus variadas cabezas, sus garras, cuerpos amorfos, mitad animal, mitad hombre/mujer, hasta sus terribles comportamientos. Aquí descubrimos los 27 animales mitológicos que debes conocer.
Animales de la mitología griega
Empezamos por los animales de la mitología griega que pertenecían a la cultura de la antigua Grecia. En ella, los dioses griegos y romanos eran antropomórficos y presentaban muchos de los sentimientos humanos como el amor, la ira, la envidia…; emociones que todo el mundo ha experimentado alguna vez.
La gente de Roma y Grecia se veía reflejada en estas historias y en su conexión con los dioses, por lo que a menudo se extraían moralejas que les servían para afrontar su día a día con mayor fuerza y nobleza. Los seres que veremos a continuación también presentaban su propia personalidad y sus historias que se relacionaban con estos dioses del Olimpo.
Visto así, ¿no te pica la curiosidad para continuar leyendo? ¡Vamos a conocer a estas criaturas!
Anfisbena: la serpiente hija de la sangre de Medusa
Con este nombre, la criatura que se nos viene a la cabeza no es precisamente bella, y no nos equivocamos.
La anfisbena era una serpiente con dos cabezas, cada una en un extremo y a la que no le bastaba con derramar veneno por una boca de lo mala y terrorífica que era.
De llegar a mordernos/picarnos estaríamos perdidos puesto que tendríamos doble dosis letal de veneno. Así que mejor que sea y continúe siendo únicamente un ser mitológico.
Aunque, si tuviéramos que identificarla con un animal real sería con la boa de arena india, eso sí, solo con una cabeza; y además sin ser venosa.
Según cuenta la historia, esta bicéfala nacería de la sangre que goteó de la cabeza de Medusa cuando Perseo la llevaba en su mano sobre el desierto libio.
Por si no lo sabías, Medusa era un monstruo del inframundo femenino que convertía en piedra a aquellos que la miraban fijamente a los ojos. Vaya carácter, ¿no crees?
Como te contábamos antes, el único que se atrevió a matarla fue Perseo, quien usaría su cabeza como arma. Finalmente, para poner un final un poco más convencional y no estar con una cabeza de paseo, el semidios hijo de Zeus y de la mortal Dánae, entregó el trofeo a la diosa Atenea quien colocó la cabeza en la égida (su escudo) a modo de símbolo de poder.
Aracne: de linda damisela a monstruo
Los comienzos de Aracne fueron como una bella dama con grandes habilidades para tejer. Era tal su destreza que, en un arrebato de vanidad, presumió de ser más habilidosa que la diosa Atenea.
La diosa de la justicia ofendida entró en competencia con Aracne, pero, según cuenta Ovidio, no pudo superarla. Además, el tema escogido por la tejedora para la competición fue ofensivo para la diosa quien en un arrebato de ira transformó a Aracne en araña.
La criatura resultante del castigo sería mitad mujer y mitad araña y fue una muestra de la dureza de los dioses con los humanos si estos pretendían retarlos.
Como anécdota, la historia de esta dama mal parada convertida en criatura sirvió como inspiración a uno de los cuadros más interesantes de Velázquez: la fábula de Aracne, conocida popularmente como Las hilanderas. En él, el pintor representa dos momentos importantes del mito: cuando la diosa Atenea se enfada y acto siguiente el castigo impartido a la hilandera.
Basilisco: el ser mitológico de origen más rocambolesco
Con un nombre un tanto resultón este se emplea en el mundo culinario para referirse a la reina de las especias aromáticas, la albahaca. Aunque el origen de este ser nada tiene que ver con esta planta.
Su nombre científico es basilicum que provine del latín y significa dragón que exhala fuego.
En cuanto al aspecto de este ser, no dejaba de ser una mezcla bien interesante, con parte de cuerpo de serpiente, parte de gallo y alas con espinas.
Su comportamiento no era precisamente pacífico porque al condenado se le atribuía el poder de matar con la vista. Algo curioso era que, si el Basilisco se veía reflejado en un espejo, se mataba a sí mismo.
Además, su aliento era tremendamente venenoso, tanto que mataba toda la flora que le rodeaba e incluso rompía las piedras.
La historia cuenta como su nacimiento fue a partir de huevo puesto por un gallo de siete años durante la vigencia de la constelación de sirio en el firmamento. Absurdo ¿no?
Para enrevesar más esta historia el huevo era incubado por un sapo durante nueve años. Sin duda, este ha sido el ser que ha batido récord tardando en nacer.
En cuanto a la forma de hacerle frente, la historia cuenta como le aterrorizaba el canto del gallo pudiendo morir de terror o como su principal enemigo, la comadreja, era el único animal capaz de vencerle con su olor.
Grifo: un ser que ningún fontanero puede combatir
Mitad águila, mitad león, esta criatura mitológica superada con creces el tamaño de estos animales. Con la cola y cuerpo de un león su tamaño era ocho veces mayor, además, su cabeza y garras de águila centuplicaba las fuerzas de ésta.
Se decía que habitaba en las altas montañas desde donde se lanzaba en picado para cazar. Su bocado preferido era algún jinete con montura incluida y un par de bueyes, por si no podía saciar su apetito.
Al ser un animal magnificente era una bestia digna para el tiro de los carros de los dioses. El equivalente hoy en día de tener un coche BMW o un Mercedes vaya.
Un dato curioso era que sus garras, del tamaño de los cuernos de un buey, se tornaban de color negro cuando entraban en contacto con algún veneno. Por ello, sus garras se convirtieron en codiciados amuletos que eran comercializados fraudulentamente por los dignatarios medievales que tenían terror a ser envenenados.
El centauro: mitad caballo y mitad hombre
Los centauros eran criaturas con la cabeza, los brazos y el torso de un humano. Por otro lado, su cuerpo y patas eran de un caballo, resultando abrumador el conjunto de su corpulencia.
En algunas películas, y tal y como cuenta la historia, estos seres se muestran como salvajes, sin hospitalidad y son esclavos de las pasiones animales.
Esto quiere decir que en raras ocasiones se les consideraba seres inteligentes y con saber estar, estando más bien dominados por su lado animal. ¡Puro sentimiento, digamos!
Únicamente existía la excepción con los dos únicos centauros que eran considerados sabios y amables, conocidos como Folo y Quirón.
Algo curioso de estas criaturas y que no ocurría con otros seres mitológicos es que tenían su propia versión femenina, las centáurides. Apenas son mencionadas en fuentes escritas, pero aparecen con frecuencia en el arte griego y en los mosaicos romanos. Sin lugar a duda, son obras dignas de admirar.
Cerbero: el perro guardián del infierno
Casi todo el mundo conoce a Cerbero, el adorable perrito de tres cabezas, cuyo dueño era Hades, el dios del inframundo. Sus tres testas tenían nombre propio: la cabeza izquierda llamada Veltesta, la cabeza derecha Drittesta y la central Tretesta.
Si bien los perros se encargan de proteger el hogar, este monstruo perruno tenía una función mucho más importante. Guardaba la puerta del reino de Hades (el inframundo griego) y se aseguraba de que los muertos no salieran y que los vivos no pudieran entrar.
A pesar de ser una fiera incontrolable, algunos dioses consiguieron apaciguarlo. Por ejemplo, Orfeo pudo calmarlo y dormirlo con su música, al igual que Eneas, quien lo adormeció usando tortas de miel con un relajante.
Ceto: el monstruo acuático femenino
Ceto era un espantoso monstruo acuático femenino que era representado como un pez con forma de serpiente. Era hija de Gea, la diosa de la tierra, y de Ponto, dios del mar preolímpico. Se asociaba con los peligros del mar y los monstruos marinos, como ballenas y tiburones.
Fue tal la relevancia de su nombre que la palabra ceto continúa utilizándose hoy en día para referirse a los peces considerados “monstruosos”, de gran tamaño, como es la ballena.
Quimera: el ser mitológico de los mil aspectos
Esta criatura todavía no está claro cómo era, en algunas descripciones lo mencionaban con el cuerpo de una cabra, con cola de serpiente o dragón y cabeza de león.
En otros casos se definía como un ser con cuatro cabezas: una de león, otra de macho cabrío, otra de dragón y una última de serpiente que nacía en la cola. Sin lugar a duda, un ser del todo peculiar, que se dice escupía fuego.
Con semejante aspecto, era lógico que aterrorizase a las poblaciones engullendo animales por cada una de sus testas.
Como curiosidad, hoy en día la palabra quimera se utiliza para designar aquello que se propone a la imaginación como posible o verdadero, no llegando a ser realizable y real.
La Hidra de Lerna: el monstruo de las cabezas a tutiplén
Este bicho era una serpiente acuática de enorme tamaño, aliento venenoso y múltiples cabezas de cobra (no se sabe cuántas eran exactamente), y que moraba en las profundidades del lago de Lerna. Poseía la virtud de regenerar dos cabezas por cada una que perdía o le era amputada.
La historia cuenta como Hércules consiguió derrotarla con la ayuda de su sobrino Yolao. Primero, comenzó cortando cada una de sus cabezas y luego se quemaba la zona por donde se realizaba el corte para evitar volviesen a renacer.
La última de las testas que era inmortal fue enterrada por Hércules bajo una gran piedra, y según se cuenta, allí continúa soñando y odiando, esperando a ser liberada y vengarse.
Ictiocentauro: el centauro con cola de pez
En el arte griego clásico estos monstruos eran considerados centauros de mar. Tenían las patas delanteras y el frente inferior de un caballo, el cuerpo superior de un humano, y la cola de un pez.
Se trata de una de las criaturas más hermosas de la mitología griega por como fluyen cada una de sus partes en armonía.
Al estar relacionados con los centauros de mar se creía que tenían su misma mala leche y carácter salvaje. Sin embargo, la historia recoge como estas criaturas acuáticas tendían a vagar en grupos más calmados conviviendo en armonía con otras criaturas marinas. Así que, si buscas un ser mitológico del que enamorarte, quizás éste sea de las mejores alternativas.
Arpía o Harpía: la mujer ave de malas intenciones
La Arpía, que significa que vuela y saquea, era un ser con rostro de mujer y cuerpo de ave rapiña. Presentaba una apariencia de hermosa mujer alada y se encargaban de hacer cumplir el castigo impuesto por Zeus a Fineo.
Su cometido era robar la comida justo en el momento exacto antes de que la víctima pudiese comérsela. Sin lugar a duda actuaban con muy mala intención, siendo también causantes de tormentas y caos en el mar.
Con el tiempo, la palabra arpía empezó a usarse para describir a una mujer mala o desagradable en la cultura popular y la literatura.
Actualmente, la RAE (Real Academia Española), alberga las dos definiciones, la de mujer muy malvada y también, la de persona codiciosa que con arte o maña consigue cuanto puede.
La primera de ellas ha intentado ser eliminada porque el término no solo alude al género femenino, sino a cualquier tipo de persona que actúa a mala fe. Curioso ¿no?
Esfinge: el león mujer de los acertijos imposibles
Esta criatura se vinculaba con la destrucción y la mala suerte. Su apariencia estaba formada por un cuerpo de león con alas y rostro como no, de mujer. Resulta recurrente que en la mayoría de los casos muchos de estos seres presenten alguna parte de la anatomía femenina.
Su carácter dejaba mucho que desear, al igual que el de la arpía, era considerada como despiadada y poco de fiar. Le gustaba formular un acertijo a sus posibles víctimas y mucho ojo, porque aquellos que no fuesen capaces de acertarlo serían devorados.
Y, una anécdota digna de leer ¿Sabías que la esfinge egipcia representa a un hombre? Y, además, ¿no era malvada?
Así es, su representación se relacionaba con la figura masculina y representaba una fuerza feroz. En ambos mitos (griego y egipcio), eran seres guardianes de los templos y flanqueaban sus entradas impidiendo que entrase cualquiera.
Tifón: la criatura que da nombre a las tormentas descarriladas
Tifón era un ser de lo más variopinto. Desde su estatura que le permitía alcanzar las estrellas, hasta sus dedos en donde tenía cabezas de dragón. Además, por si fuese poco, tenía un montón de serpientes repartidas por todo el cuerpo que formaban sus piernas y unas alas de aquí a mañana.
Algunos de los seres que hemos visto anteriormente como son: el Cerbero, la Hidra y La Esfinge, entre otros muchos, fueron sus hijos… Ahora entendemos el dicho, de tal palo tal astilla.
Además, fue el padre de los peligrosos vientos cálidos, de ahí que su nombre se haya tomado para designar las tormentas ciclónicas del Océano Índico. curioso, ¿no?
Sirena: la mujer pez con el canto más atrayente de la historia
Esta criatura marina es del todo conocida popularmente. Con rostro y tronco de mujer, sus piernas son una linda cola de pececillo.
En griego antiguo, el término se conoce como Seirēnes, y que significa “las que atan, encadenan y desatan”. Significado que se relaciona estrechamente con sus cantos, que, según la mitología, eran hipnotizadores. Tanto, que con sus voces melodiosas atrapaban a marineros y nunca más se volvía a saber de ellos.
El Minotauro: el ser que nació de la unión entre una mujer y un toro
Este monstruo de la mitología griega presentaba cuerpo de hombre y cabeza de toro. Sus orígenes son un poco truculentos puesto que nació de la unión entre la dama Pasífae y el Toro de Creta. Una mezcla más que bizarra y no muy realista que digamos.
Al tratarse de un bestia indomable fue encerrado en un lugar del que no pudiese salir, el dichoso laberinto diseñado por el artesano Dédalo, hecho expresamente para retenerlo. Se ubicaba en ciudad de Cnosos en la isla de Creta.
Durante largos periodos de tiempo, el monstruo comía siete hombres y siete mujeres que eran llevados al lugar como sacrificio. La historia era muy tenebrosa, pues los catorce jóvenes eran internados en el laberinto en donde vagaban perdidos hasta ser devorados por el Minotauro.
Como la historia de llevar a jóvenes como alimento aterrorizaba a los habitantes de la isla, hubo que esperar finalmente a que un héroe, llamado Teseo, acabase con él. De ese modo, los habitantes de Cnosos pudieron descansar finalmente tranquilos.
Onocentauro: el símbolo de la lujuria masculina
Esta criatura estaba emparentaba con el centauro, si bien estos tenían su parte inferior del cuerpo de caballo, los onocentauros la tenían de asno.
Estaban considerados símbolo de la lujuria masculina por lo que solían representarse con dos lenguas. Algo “poco obsceno” sin duda.
Ofiotauro: el torito bravo con cola de serpiente
Este monstruo mitológico presentaba cuerpo de toro negro y cola de serpiente; una mezcla bastante curiosa que da lugar a un animal vigoroso y peligroso.
Fue situado entre las estrellas como la constelación Tauros, que, en ocasiones, si tienes buen ojo puedes identificarla con el toro-serpiente.
Continuamos aprendiendo un poco más sobre estos seres, y volvemos a encontrarnos con otro de los que presentaban forma de perro, el Ortro.
Ortro: el perro mascota del gigante Gerión
Se trataba al igual que su hermano Cerbero de un can, pero únicamente, aunque bien le llegaba, tenía dos cabezas. Su primer dueño fue el titán Atlas quien lo entregaría posteriormente al gigante Gerión.
Ortro se encargaba de proteger la cabaña de bueyes rojos que poseía el gigante en la isla de Eritea; situada en el archipiélago de Gadeiras que se identifica con el actual Cádiz. Siempre estaba acompañado por un pastor llamado Euritión y ambos intentaban que el ganado de Gerión no fuese robado.
Sin embargo, según la mitología romana, Hércules le robó el rebaño y Gerión buscó vengarse y luchó contra él. Nada pudieron hacer por él su perro y pastor guardián, puesto que el gigante pereció con una flecha envenenada con la sangre de Hidra.
Escila: de bella ninfa a monstruo marino
En sus inicios, Escila era una hermosa ninfa que fue transformada en monstruo marino posteriormente. Conservó su torso de mujer, pero con cola de pez y mostraba seis perros que partían de su cintura con dos patas cada uno.
En otras descripciones, se la presenta con varias cabezas con tres apretadas hileras de afilados dientes. Además, para hacerla un monstruo más terrorífico si cabe, se le recuerda como el ser que emitía un aullido estridente similar al de un perro.
Habitaba en el actual estrecho marino de Mesina que separaba la isla de Sicilia de la península itálica, comunicando el mar Tirreno con el mar Jónico.
Como curiosidad, de su nombre proviene el municipio de Scilla, situado en Calabria, en la misma Italia.
Con el paso del tiempo fue transformada por los dioses en una roca debido a que era muy peligrosa con los marineros. Actualmente, se le conoce como la roca de Escila y todavía se conserva por si deseas visitarla en Calabria.
Telquines: los nueve hermanos con cabeza de perro
Los telquines eran monstruos marinos con cabeza de perro que presentaban aletas en lugar de manos. Gustaban de forjar tridentes y armas vinculadas con los dioses.
Eran hijos del mar y fueron los primeros habitantes de la isla de Rodas. Debido a su anatomía tan variada, se les consideraban seres mitad marinos y mitad terrestres.
Empusa: la amantis religiosa de la mitología griega
La Empusa era una criatura del folclore griego que se identificaba con Lamia, una figura femenina que se caracterizaba por asustar a los niños.
También, aterrorizaba terriblemente a los hombres para beber su sangre o devorarlos, por lo que es considerada un antecedente de la vampiresa romana.
En ocasiones, el término Empusa es utilizado en el lenguaje científico para referirse a algún género de mantis u otro insecto cuyo comportamiento recuerda a este ser.
Mantícora: la devoradora de personas
Esta criatura poseía cara de hombre, cuerpo de león y una cola mortal de escorpión que lanzaba a una distancia de más de treinta metros. Su nombre proviene del latín Mantichora y como préstamo lingüístico del antiguo persa, significando literalmente la “devoradora de personas”.
¿Y dónde se hallaba este apacible ser? Se suponía que habitaba en las selvas de la India asustando a los demás pobladores y no era para menos. Sus mandíbulas poseían tres hileras de dientes afilados como sables y era aficionada a despedazar humanos indefensos y despistados. ¡No querríamos toparnos con ella! ¿Verdad?
Ahora que ya hemos visto las criaturas mitológicas griegas, vayamos a la mitología romana.
Animales de la mitología romana
La mitología romana representaba los mitos y cultos autóctonos fusionados con varios préstamos procedentes de la mitología griega. Por ello, se considera que la mitología romana bebe de la griega.
El modelo romano tenía una forma muy diferente a la de los antiguos griegos de definir y concebir a los dioses. No estaba formada por relatos sino más bien por el entrelazamiento y las complejas interrelaciones entre dioses y humanos.
Algunos de los animales que protagonizaban sus historias, haciéndolas aún más complejas si cabe, eran los siguientes.
Estirge: la succionadora de sangre incansable
Este ser tiene forma de pájaro, con alas similares a las de un murciélago y con ojos amarillos; así que ya podemos imaginarnos semejante mezcla.
Para enfatizar aún más el terror que causaba a sus víctimas las capturaba con las garras de sus patas y con su pico alargado les succionaba la sangre.
Según la leyenda, si una Estirge te captura es imposible logres deshacerte de ella, porque te atacará hasta que te succione toda la sangre. La buena noticia, es que te mueres rápidamente.
Son buenas depredadoras por su gran olfato y vista, por lo que en cuanto ven a su víctima, muerte asegurada.
Algo curioso es que a la Estirge le agota el proceso de comer y cae profundamente dormida cuando termina de chuparle la sangre a su víctima. Momento en el cual está vulnerable y es atacada por los cazadores. Nadie se salva, ¿no crees?
Gárgolas: de ser mitológico a elemento arquitectónico
Las gárgolas desde el punto de vista mitológico nacen a raíz de una leyenda del siglo VII. Se cuenta que un dragón de nombre Gargouille que vivía cerca del Sena, devastaba cada poco tiempo la región con sus malos modales: tragaba barcos, escupía agua a borbotones produciendo inundaciones y destruía en definitiva todo lo que se le pasaba por delante.
En cuanto a su aspecto era horrible, con cuello largo y rectilíneo, hocico delgado, algo puntiagudo y alas membranosas.
La leyenda cuenta como un sacerdote cristiano, de nombre Romanus consiguió dominar al dragón a través de la señal de la cruz. Gracias a ello pudo contenerlo y cortarle la cabeza que fue colocada en lo alto del ayuntamiento de Rouen.
Su nombre se debía al sonido que producía el agua al discurrir por un tubo y que se conoce en francés como gargouiller.
Ahora que ya sabemos su origen, pasamos a conocer por qué este ser mitológico cobra relevancia en la arquitectura. A partir de la Edad Media, con el auge del arte gótico, artistas y arquitectos comienzan a colocar en sus construcciones elementos que representan a estos seres.
Era habitual colocarlos en iglesias y catedrales, manteniéndose hoy en día como elementos de gran interés arquitectónico, dignos de ver.
Solían ser estatuas de piedra, con cabeza, alas de dragón y en ocasiones cuerpo humano. La función de estos elementos era la de expulsar el agua de lluvia de los tejados de los edificios actuando a modo de desagüe.
Además de la función práctica de este elemento, existe una versión más fantástica de por qué se colocaban gárgolas en las iglesias góticas. Eran considerados elementos que servían para ahuyentar a los espíritus malignos y para proteger a las iglesias.
Unicornio: el ser mitológico de moda
Esta criatura mitológica del folclore europeo se representaba como un caballo blanco con patas de antílope, ojos y pelo de cabra con un cuerno en la frente.
Lo curioso de este ser es que aparece en representaciones documentadas de hace más de 4000 años. En ellas, se le describía como un animal dotado de un único y largo cuerno que tenía propiedades de antídoto.
¿Y cómo podíamos lograr capturarlo? La historia cuenta cómo para atraparlo era preciso encontrar a una doncella virgen, quien a través de su olor lo atraía de forma irresistible. Algo “muy sencillo” ¿no crees?
Por otra parte, en sus descripciones modernas, únicamente se diferenciaba del caballo por su cuerno. Actualmente, se ha puesto de moda su representación fantasiosa que se ve en todo tipo de productos: desde bolígrafos, camisetas, cojines… ¡En todas partes, digamos!
Siguiendo con la línea de los caballos pasamos a Pegaso, el primer caballo que llegó a estar entre los dioses.
Pegaso: el caballo alado digno de un dios
Se trataba de un caballo con alas que llegó a ser el primero entre los dioses. En concreto, era el caballo de Zeus, el rey de los dioses que supervisaba el Olimpo.
Resulta gracioso porque el establo de Pegaso se encontraba a lado de la bodega donde el dios guardaba sus característicos rayos.
Fénix: el ave legendaria
Conocida también como el mikelato, este ser mitológico presentaba apariencia de ave. Se le relaciona con la vida en el más allá puesto que moría para volver a renacer.
Su nacimiento es igual de sorprendente que su muerte puesto que duerme en un espectáculo de llamas y combustión para después volver a nacer de sus cenizas.
Además, poseía varios dones extraños como que sus lágrimas fuesen curativas, una gran fuerza sobrenatural y un control sobre el fuego. Sin lugar a duda es uno de los seres mitológicos con más elegancia y cualidades destacables.
Finalmente, ahora que ya hemos podido conocer la mayoría de estas criaturas mitológicas, nos gustaría plantear la pregunta de si pudo haber existido alguno de estos monstruos en realidad. ¿Es posible que alguno de ellos viva entre nosotros bajo otra apariencia? De ser así, ¿cuál de ellos tienes mayores papeletas…?
Animales mitológicos con orígenes en especies reales
La criptozoología es la ciencia que se encarga de realizar el estudio de aquellos animales mitológicos que pudieron tener una relación con algunos de los que siguen existiendo hoy en día. Y también, de probar la existencia de animales ocultos como pudieron ser: el monstruo de lago Ness, el chupacabras, el Yeti…
Te recomendamos eches un vistazo al interesante libro de Rafael Alemañ Berenguer, titulado Criptozoología. Cazadores de monstruos. O también al Gran libro de la criptozoología de los autores David Heylen, Gustavo Sánchez y José Gregorio González. Con ellos podrás indagar sobre el tema y relacionar las especies animales reales con las mitológicas.
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