Principales diferencias entre perros y lobos
Algunos seres vivos comparten un pasado común, como estas dos bellezas del reino animal. Pero su evolución y relación con el ser humano han sido bien distintas; y de ahí las diferencias entre perros y lobos. ¿Sientes curiosidad por conocerlas? No solo son anatómicas o de personalidad, también sus habilidades cognitivas tienen menos que ver de lo que pudieras pensar. Son temas apasionantes para fans del universo perruno (y lobuno). Si eres cualquiera de los dos, te invito a seguir leyendo porque vas a flipar.
Diferencias: perros y lobos… Con un ADN similar. ¿En serio?
Quizá hay algo en tu peludo adorable que te hace pensar en su pariente lejano, el lobo. Al fin y al cabo, el mejor amigo del hombre está íntimamente relacionado con este mamífero solitario, que lleva en la faz de la Tierra desde hace por lo menos 800.000 años. Pues no vas desencaminado: ambos pertenecen a una misma especie zoológica, Canis lupus (con un total de 37 subespecies). Pero cada uno pertenece a una variante distinta: El lobo es Canis lupus, lupus, y el perro doméstico, Canis lupus familiaris.
Queda claro: los parientes más cercanos de nuestras queridísimas mascotas son ellos. Y al mismo tiempo, hay evidencias científicas de sobra que confirman las diferencias entre perros y lobos. Estudiar cómo han evolucionado a lo largo de la historia, sus principales patologías… Son temas que atrapan a cualquier amante de estas criaturas. ¿Alguna vez has valorado hacer un Curso de Asistente y Auxiliar Técnico Veterinario? Te proporcionará la preparación profesional necesaria para ser un gran cuidador. ¡Piénsatelo!
Volviendo a las diferencias entre perros y lobos, la distancia evolutiva entre ambos se alarga decenas de miles de años. Es la conclusión a la que ha llegado la comunidad científica, tras numerosas investigaciones que también han extraído otras conclusiones muy reveladoras. Por ejemplo, que a nivel morfológico y de comportamiento dichas diferencias son notables. Y es que la manera en que interactúan con el mundo y con las personas no tienen nada que ver.
Una de las principales razones que explican esta línea divisoria es la domesticación vivida por los perros, y no por los lobos. Este largo proceso, de nada menos que 14.000 años, no ha sido en balde. Según un reciente estudio sobre antropología evolutiva, además de cambiar su apariencia física, ha servido para que los perros desarrollen una serie de habilidades cognitivas. Gracias a ellas entienden lo que los seres humanos sienten o piensan en situaciones puntuales, alejándose aún más de sus parientes. Alucinante ¿verdad?
Cerebros que no tienen (casi) nada que ver
Cuando una mascota peluda comprende un gesto de su amigo humano, del tipo: “¡coge el palo!”, hay detrás una habilidad cognitiva compleja e inusual dentro del reino animal. No solo los lobos no la han desarrollado: tampoco los chimpancés, los parientes más cercanos al hombre, la tienen. Es la conclusión a la que ha llegado el estudio mencionado, Cooperative Communication with Humans Evolved to Emerge Early in Domestic Dogs.
La investigación (con la participación de 44 cachorros de perro y 37 de lobo) respalda que más de 14.000 años de domesticación y relación con el ser humano ha provocado en los canes lo que se conoce como habilidades de la teoría de la mente. Mientras que los dos tipos de cachorros demostraron ser muy similares en pruebas de la memoria o impulsos motores, las diferencias entre perros y lobos fueron abismales cuando tuvieron que demostrar sus habilidades cognitivas para entender al hombre.
Realizada por el departamento de antropología evolutiva de la Universidad de Duke, también evidencia de una forma sólida que nuestros amigos peludos, descendientes de los lobos, se han ido convirtiendo (selección natural o artificial) en verdaderos maestros en medir las intenciones de su compañero humano, con el que llevan años interactuando. Vamos, que son unos artistas a la hora de descifrar sus gestos y señales sociales.
Así que, sí: esta habilidad cognitiva parece ser la causa por la que los canes son animales tan serviciales. En realidad, comparten con los bebés humanos (pero no con los lobeznos) su capacidad intuitiva para entender que alguien les quiere decir algo cuando señala un lugar o un objeto. En definitiva, conservan la cualidad innata de comprender que el ser humano quiere comunicarse con ellos.
Más diferencias entre perros y lobos: ojo a los rasgos físicos
Ahora que ya sabemos que la domesticación en los canes cambió sus mentes para siempre, toca saber cuáles son las principales diferencias entre perros y lobos en su anatomía. Siempre desde un punto de vista amplio, sin entrar a hablar de perros híbridos o nórdicos: la línea divisoria se acortaría (y es un tema que da para otro artículo…).
Fíjate bien en estos rasgos físicos: se acabaron las dudas cuando pienses en ellos o tengas uno ante tus ojos. Aunque te parezca increíble, no todo son diferencias entre estos cánidos. Presentan el mismo número de dientes: 42 piezas, si bien las de los perros domesticados son más pequeñas. ¡Veamos!
- Cabeza. La de los lobos es más grande que la de los perros, aunque el pecho y las caderas sean estrechos.
- Patas. Mientras que las de los lobos son largas y con grandes pezuñas para correr grandes distancias a velocidades considerables, las de los perretes son más cortas. Y debido a ello, son menos “finos” corriendo.
- Mandíbula. No tiene nada que ver, a causa de a su dieta. El lobo posee una mandíbula grande y fuerte para masticar huesos; la de los canes está menos desarrollada por su alimentación, por lo general a base de piensos.
- Alturas muy distintas. El tamaño de un lobo siempre es bastante similar entre distintos ejemplares. Un lobo adulto puede tener una altura a la cruz de entre 60 y 70 cm. En cambio, en las razas caninas hay grandes diferencias de tamaño y altura.
- Pelaje y cola. Los lobos son inconfundibles por su cola, muy recta, y un pelo más corto que el de sus amigos, en una variedad de colores que solo van del blanco, al negro, gris o marrón. En cambio, el pelaje de los perros se presenta en numerosos tonos.
- Orejas. Nunca verás a un lobo adulto con las orejas caídas. Pero muchas razas caninas sí se caracterizan por este rasgo, o por unas simpáticas orejas colgantes.
- Hocico. Si te fijas bien, el de un lobo siempre es alargado. En los perros depende de la raza, y muchas lo tienen corto.
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