Entre sus enormes colmillos y lo que parece un grueso bigote muy bien recortado, la morsa es un animal fácilmente reconocible. Habita en las zonas más frías del planeta y se ha adaptado por completo para sobrevivir a temperaturas impensables para un ser humano.

Todos sus rasgos se explican en detalle en el Curso de Especialista en Mamíferos Marinos, donde conocerás a fondo la orden de pinnípedos en la que se enmarca. De todos ellos, es el único que luce semejante dentadura, lo que le ha valido la fama de usarla para desplazarse. ¡Descubre si ocurre realmente!

 

Características de la morsa, un animal titánico

Uno de los modos en los que los mamíferos marinos conservan el calor corporal es con su volumen. Cuanto más grandes son, menos temperatura pierden, y un animal como la morsa resulta un buen exponente de esta estrategia.

Su cuerpo, redondo y de color parduzco, posee un alto volumen de grasa que la aísla de las bajas temperaturas. Y, en consecuencia: ¿cuánto pesa una morsa? Pues depende de la subespecie a la que nos refiramos

 

¿Qué tipos de morsa existen?

A día de hoy, los expertos dividen en dos clases a este pinnípedo:

  • Morsa del Atlántico: habita en Canadá, el conjunto isleño de Svalbard y la zona de Groenlandia. Los machos oscilan entre los 1.200 y los 1.500 kilos, mientras que las hembras pesan 600 o 700.
  • Morsa del Pacífico: en el océano homónimo encontramos a esta subespecie de morsa. Este animal marino es más grande que su pariente atlántico, llegando a los 700 kilogramos en el caso de los machos y a los 1.250 en el de las hembras.

Tanto una como la otra subespecie comparten cuatro aletas aplanadas y rugosas que les permiten desplazarse cómodamente por el hielo, así como unos bigotes conocidos como vibrisas. El pelo que las recubre comienza siendo gris o marrón oscuro, y se va volviendo canela… aunque no siempre.

Todas las subespecies de morsa tienen un característico bigote, aletas planas y una piel gris o marrón que se aclara con el tiempo

Y es que, entre sus curiosidades, encontramos que la morsa es un animal con un pelaje “bicolor”. Es un efecto provocado por los vasos sanguíneos: cuando está en aguas frías se contraen y palidece, pero cuando entra en calor se dilatan y se colorea de rosa.

Caninos como piquetas

Otra peculiaridad que tienen ambas subpespecies es su mordisco. Los colmillos de la morsa alcanzan el metro de largo y te aseguramos que no cumplen una función meramente decorativa.

De hecho, su nombre científico (Odobenus rosmarus) se traduce como “caminante de colmillos” en alusión al propósito para el que los emplean. Al ser tan grandes, los clavan en el hielo para salir del agua (una empresa imposible sin ellos) y también les sirve para crear respiraderos en la superficie mientras bucean.

Foca, morsa y león marino: ¿son lo mismo?

Los tres animales se parecen bastante, así que es normal que alguna vez te hayas confundido a un león marino y una morsa o a esta y una foca. Juntos forman la familia de los pinnípedos, pero si los científicos los distinguen es porque hay diferencias.

La morsa les gana por goleada en envergadura, pero pierde en orejas, ya que solo son visibles en el león marino. Sin embargo, ni este ni las focas cuentan con unos dientes tan poderosos ni dependen de una forma tan extrema del agua como ella.

La morsa es el único animal de los tres que luce unos caninos tan prominentes

De todos, las de menor tamaño son las focas, probablemente con las que más has podido familiarizarte. Comen peces, como los leones marinos, un menú un poco diferente al de las morsas.

 

Alimentación de la morsa: ¿qué animal come?

La morsa es un animal carnívoro. Su plato preferido son los moluscos, especialmente las almejas, de las que puede llegar a comer hasta 6.000 al día.

Para conseguir todo ese alimento, pasa gran parte de la jornada en busca de su menú. Como puede estar media hora buceando sin necesidad de oxígeno, la tarea no le resulta demasiado laboriosa. Además, sus 700 bigotes le ayudan a detectar a las presas más apetecibles en el lecho marino.

Localizan las almejas usando sus bigotes y crean un efecto de vacío con su boca para extraer la carne

Las zonas congeladas del planeta no son las que tienen una mayor variedad de especies, por lo que la morsa no puede poner demasiadas líneas rojas. En ocasiones come pescado, gusanos o cefalópodos e, incluso, cadáveres de focas jóvenes, que les proporcionan una potente fuente de grasa y proteínas.

Si te preguntas cuánto vive una morsa con esta dieta tan extravagante, quizá te sorprenda la respuesta. Roza el medio siglo­­— el promedio es de 40 años—, o entre 20 y 30 años si se encuentran en su hábitat.

 

La morsa, animal de grupo: ¿cómo se comporta?

En la mayoría de los documentales sobre el Odobenus rosmarus, las tomas muestran un extenso manto marrón. Hay que hacer un esfuerzo para distinguir a cada individuo, porque se agrupan por cientos y sin prácticamente espacio entre unos y otros.

Salvo en la época reproductiva, las manadas se forman por género, con los machos separados de las hembras. Los primeros protagonizan cruentas peleas por el territorio y el acceso a una pareja, y ambos sexos suelen poner rumbo al norte cuando llega el verano.

Tragedia animal: ¿las morsas se suicidan?

Hace unos años se viralizó un vídeo en el que se veía a varios cientos de morsas lanzarse por un acantilado. Se especuló entonces con si estaban poniendo fin a su vida intencionadamente, ya que caían a la playa golpeándose o aplastándose entre ellas.

Aunque el documental era verídico, la explicación que se dio después no era cierta. Las morsas no se suicidan, sino que están perdiendo el hielo sobre el que suelen descansar debido al cambio climático.

El deshielo reduce las zonas de descanso de las morsas y hace que se resbalen al intentar volver al mar

En consecuencia, disminuyen las superficies en las que pueden permanecer y acaban agolpándose en otras para las que su cuerpo no está diseñado. Eso hace que, a veces, se resbalen o caigan cuando necesitan volver a sumergirse para buscar comida.

 

¡Lánzate a la piscina!

La morsa no está en peligro de extinción, pero sí en un estado vulnerable según la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). El último recuento cifró en poco más de 100.000 el número de ejemplares maduros, que se ven afectados por el deshielo y la pesca.

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