La llegada de la conocida como tercera edad supone para muchas personas un grave deterioro; por supuesto, a nivel físico; pero también a nivel emocional y afectivo. Y en estas situaciones, la compañía y asistencia de animales puede suponer todo un punto de inflexión a la hora de afrontar el tramo final de la vida de la mejor manera posible.

Hoy ponemos el foco en los beneficios asociados a la terapia con animales para ancianos, cada vez más practicada tanto en residencias como a nivel particular. Sigue leyendo y descubre cómo puedes formarte para llevar a cabo esta importantísima labor. ¡Vamos allá!

 

La llegada de la vejez y los problemas asociados

Una parte importante de la población considerada anciana (mayores de 65 años) sufre un profundo sentimiento de soledad en nuestro país.

Los achaques de salud, la modificación de sus rutinas con la llegada de la jubilación, el paulatino fallecimiento de amigos y conocidos o los estereotipos hacia ellos interiorizados de manera inconsciente por el resto de la sociedad son algunas de las causas que llevan a una persona mayor a encerrarse en sí misma.

Y es aquí cuando aparecen poco a poco importantes dificultades a nivel cognitivo, emocional, afectivo y de socialización con otras personas.

Ya sea por el entorno en el que viven, por el abandono familiar o por cualquier otro motivo; no se sienten queridos por los suyos y acaban asumiendo un sentimiento de soledad en la última fase de su vida, incidiendo en la depresión y la ansiedad. Una situación de lo que todos nosotros somos responsables.

 

Los beneficios de las terapias con animales para ancianos

En estos casos, la compañía de un animal (normalmente un perro o un gato) puede suplir muchas de esas carencias y suelen suponer todo un bálsamo para estimular las capacidades perdidas. Pero este no es el único beneficio de las terapias con animales para ancianos; también suponen una inestimable compañía, proporcionando paz mental a la persona afectada.

Durante las últimas décadas, múltiples estudios (algunos de ellos recogidos por la Asociación Internacional de Organizaciones para la Interacción Humano-Animal) han demostrado que la presencia de un perro, un gato o cualquier otra mascota puede ayudar en múltiples aspectos a los ancianos.

Los perros son los animales más utilizados en este tipo de terapias, pues son más dependientes del ser humano que otras mascotas y son capaces de aprender y obedecer con una mayor facilidad

Estas TAA (Terapias Asistidas con Animales) pueden realizarse de manera grupal o individual en residencias de ancianos, donde las personas mayores quedan totalmente apartadas del entorno en el que han vivido los últimos años y el sentimiento de soledad está todavía más agudizado.

Pero también los ayuntamientos y el resto de entidades públicas, así como asociaciones de distinta índole, organizan jornadas abiertas para que puedan asistir todas aquellas personas que lo deseen.

Como ya hemos dicho, la compañía de un animal y la convivencia con un ser vivo que lo va a entender mejor de lo que lo hacen muchas personas, suele traer profundos beneficios tanto a nivel físico como mental. A continuación, te detallamos los más importantes.

Beneficios para la salud física

Los ejercicios que puede realizar un anciano con un animal, siempre asistido por un profesional competente, repercuten directamente en sus habilidades motoras al moverse más de lo que lo hace habitualmente (por poco que sea). Además, también se han observado mejoras en el equilibrio y en la coordinación de movimientos.

Pero, sobre todo, los mayores beneficios se observan a nivel cerebral. Al interactuar con un perro, el usuario irá estimulando poco a poco la memoria, así como otras habilidades cognitivas.

Por no hablar de que varios estudios han demostrado su eficacia en enfermedades como el Alzheimer, el Párkinson o la parálisis cerebral. A fin de cuentas, supone una mejora en la calidad de vida en su conjunto.

Terapia con animales para ancianos: los beneficios a nivel mental

El fruto de estas TAAs se aprecia, ante todo, en aspectos relacionados con los sentimientos y las emociones. Cuando existe esa sensación de abandono, la intervención de un animal supone, nada más y nada menos, que la presencia de un ser que acompaña, comprende y del que uno nunca se querrá separar.

De esta manera, por ejemplo un perro, puede ayudar a paliar ese sentimiento de soledad que tanto abunda entre nuestros abuelos; mejorar su autoestima; despertar su interés por alguna cuestión; reducir los niveles de estrés, de ansiedad y de depresión; activar la memoria; o aumentar el sentimiento de responsabilidad.

Es decir, proporciona las condiciones adecuadas para que mejore el estado de ánimo en su conjunto y estimula a nivel social a la persona mayor a la que va destinada la terapia.

Como bien sabes, lo mental y lo físico se relacionan muy estrechamente. Estas mejoras a nivel anímico ayudan a crear las condiciones adecuadas para disminuir los efectos de algunas enfermedades y malestares, reduciendo la presión arterial y, por lo tanto, la necesidad de medicación.

 

¡Fórmate y contribuye a mejorar las condiciones de vida nuestros ancianos con la ayuda de los animales!

Las terapias con animales para ancianos necesitan la presencia y asistencia de un profesional formado que dirija y coordine las sesiones. Tú también puedes completar tu formación; ya sea desde el ámbito de la veterinaria, de la psicología o de la geriatría; para aprender todo lo necesario para realizar este tipo de jornadas y de intervenciones.

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